Es una evidencia muy clara que las nuevas tecnologías y los smartphones no sólo han cambiado el paradigma de las relaciones sociales sino también de la relación que se establece entre los compradores y clientes con las marcas. Se abre un mundo lleno de posibilidades donde el usuario puede interactuar con sus marcas favoritas, estrechando la relación en ambos sentidos forjando un vínculo duradero en el tiempo.
Pero la fidelización no es el único efecto positivo que tienen las redes sociales para las empresas de moda. Un buen equipo de comunicación digital puede convertirse en el mejor método de atención al cliente por la inmediatez del medio y el precio gratuito que tiene el canal versus los teléfonos 902, las visitas a espacios corporativos (transporte y consecuente pérdida de tiempo) o la, ya pasada a mejor vida en muchos casos, correspondencia postal.
Y, por supuesto, está la captación de nuevos clientes y seguidores por la capacidad viralizadora de los social media. Cualquier usuario puede hacer llegar contenidos de una marca a sus propios amigos o seguidores convirtiéndose en impactos directos de gran potencia ya que no es un spot publicitario quien le hace llegar el contenido. Se trata de una persona de carne y hueso que puede, incluso, llegar a formar parte de su entorno cercano.
Hemos dejado para el final el aspecto fundamental para cualquier empresa de moda, la venta. Es cierto que la venta en redes sociales no es fácil, que se necesita tiempo y esfuerzo o que en muchas ocasiones ocasiones el usuario no está «preparado» para este tipo de acciones. Sin embargo, el futuro está en el mundo digital y aunque los primeros pasos sean duros los últimos en subirse al tren serán, inevitablemente, aquellos que más sufran en el social commerce.
Si tienes una empresa de moda seguro que después de todos estos argumentos no vas a tardar mucho en contar con tus propias redes sociales.